A fines del año pasado, Zackary Smigel, un creador de contenidos en YouTube, hizo un video titulado “¿Por qué YouTube es así?”. Se refería a que la plataforma estaba repleta de videos con títulos sensacionalistas, contenidos muy editados e imágenes en miniatura muy llamativas, a menudo con la cara emotiva de una persona.
Una manera más concisa de decirlo sería: ¿Por qué todo el mundo en YouTube imita a MrBeast?
MrBeast —cuyo nombre real es Jimmy Donaldson— es el youtuber más popular del planeta, con un dominio de los más jóvenes (y de internet en general) que puede resultar difícil de comprender para algunos adultos. Produce videos conocidos tanto por su escala (“He recreado todos los escenarios de El juego del calamar en la vida real, ¡y cualquiera de estas 456 personas que sobreviva más tiempo ganará 456.000 dólares!”) como por su adhesión a estrategias de crecimiento que ha desarrollado con minucioso detalle.
Al instante de hacer clic en cualquier video de MrBeast, él aparece gritándole a sus 250 millones de suscriptores para explicar la tesis del video. En todas las miniaturas aparece su cara —en estos días con la boca cerrada, lo que, según él, atrae más clics que las miniaturas con la boca abierta—. Los títulos están escritos al clásico estilo del ciberanzuelo que busca ser viral, como “¡En 10 minutos esta habitación explotará!”.
Él está presente en cada video, pero solo físicamente. Ha dicho que no quiere mostrar su personalidad real en cámara, porque considera que el concepto mismo podría limitar su crecimiento. En casi todos los aspectos, aborda YouTube como si fuera una ciencia.
Como muestra de lo bien que han funcionado sus métodos, han surgido imitadores por toda la plataforma, que usan las estrategias aprobadas por MrBeast para las miniaturas, los títulos y los trucos publicitarios. El agotamiento entre los creadores populares de YouTube, donde la monetización comenzó en 2007, ha sido generalizado por razones obvias: si quieres que tu canal tenga éxito, tienes que averiguar cómo complacer al algoritmo de la plataforma. Si fracasas, publicando con poca frecuencia o de manera incorrecta, tu audiencia puede desaparecer junto con tu medio de vida.
Así que la mayoría de los creadores tienen la opción de optimizar, seguir el algoritmo y abrumar a la audiencia. O, por el contrario, confiar en sus espectadores.
El enfoque de la “confianza” es quizás el que mejor encarna Sam Sulek, un creador de contenido sobre rutinas de ejercicios.
Sulek, quien no respondió a las múltiples solicitudes de comentarios, ha conseguido más de tres millones de suscriptores en poco más de un año en la plataforma. Se ha convertido en una fascinación no solo porque es físicamente macizo y bastante encantador, sino por su compromiso casi desafiante con una estrategia lo-fi, que consiste en evitar que sus videos sean muy producidos.
Cada uno de los videos de Sulek mantiene el mismo formato de título sencillo (“Winter Bulk Day 92 – Legs”), la misma estructura (un monólogo al público mientras se dirige al gimnasio, su entrenamiento real, otro monólogo en el auto y, ocasionalmente, un segmento de comida filmado en su apartamento) y el mismo estilo de miniatura (una captura de pantalla sin editar del video).
No utiliza cortes rápidos, gritos ni nada muy llamativo. Sus videos apenas han cambiado con el aumento de sus seguidores. Su cámara es mejor que la de enero de 2023, y ha empezado a engancharse un micrófono al sombrero para mejorar el sonido. Pero no se ha mudado a Los Ángeles ni ha empezado a hacer videos de colaboración con otros creadores. Sigue siendo un estudiante universitario de Ohio que se dedica a sus quehaceres cotidianos, la mayoría de los cuales consisten en ganar músculo.
“No todos los creadores tienen los mismos objetivos”, dijo Smigel sobre los videos que no se ajustan a los protocolos de MrBeast. “Algunos solo quieren utilizar YouTube como válvula de escape creativa. Otros quieren ganar fama. Algunos quieren usarlo para ganar dinero”.
“Creo que, idealmente, lo más importante es crear un video realmente bueno y entender a tu audiencia”, añadió. “Y creo que las vistas llegarán”.
Smigel, que tiene 125.000 suscriptores en YouTube, se refirió a un video que hizo el pasado diciembre sobre la gasolinera Sheetz. Antes de publicarlo, le preocupaba que el tema fuera demasiado oscuro para atraer al público, pero se convirtió en uno de sus videos más vistos, con más de dos millones de vistas.
Hay que señalar que parte de ese éxito se debe a un astuto mercadeo, usando un poco los métodos de MrBeast. El video podría haber fracasado si se hubiera vendido como “Ken Burns: gasolineras de lujo”, pero Smigel lo tituló “Sobrevivir a base de comida de gasolinera durante 30 días” y combinó sus comentarios con sus intentos de alimentarse exclusivamente con comida de Sheetz durante un mes.
Sin embargo, otros eligen una visión y se atienen a ella, como es el caso de Sulek.
Un buen ejemplo es el cómico Eddy Burback, cuyo canal tiene algo menos de dos millones de suscriptores. Burback empezó en el mundo de YouTube, publicando cada pocas semanas videos en los que se sentaba en un escritorio, al estilo John Oliver, y se burlaba de, por ejemplo, Jake y Logan Paul, Jeff Bezos o el episodio piloto de Glee. Pero hace unos dos años, decidió que quería hacer un cambio.
Ahora, Burback deja pasar meses entre sus publicaciones. Los videos suelen ser extensos ensayos audiovisuales, profundamente investigados —sobre el estado de la televisión nocturna, las cocinas fantasma o el Apple Vision Pro— o extraños relatos de viajes, que lo llevan a todos los Rainforest Cafe o Margaritaville del país.
Publica con bastante regularidad, a menudo varias veces a la semana, pero solo hace videos que él, personalmente, considera divertidos o interesantes: reseñas de juegos de mesa, videos en los que prueba todos los platos de un menú de comida rápida, videos instructivos de cocina con su madre y algún tema ocasional. Dice que nunca ha usado una miniatura editada, insertado un anuncio intermedio o intentado seguir ninguna tendencia de YouTube.
En otras palabras, solo hace videos que a él le gustaría ver. ¿Por qué?
“Soy muy perezoso”, dijo. “No tengo ganas de tirarme de los pelos por el valor de la producción, los algoritmos y la posibilidad de que hagan clic. No me importa nada de eso”.
YouTube no es la principal fuente de ingresos del Cho —sus videos le ayudaron a entrar en el mundo de la actuación de voz— y eso seguramente le ayuda a ignorar algunas de las estructuras de incentivos que empujan a otros creadores hacia la optimización. Pero sigue publicando.
A la hora de lidiar con el voluble algoritmo de YouTube —Cho dijo que, a pesar de su elevado número de suscriptores, el 90 por ciento de sus vistas siguen llegando a través de la página de inicio, en lugar de la pestaña de suscritos—, cree que la manera de mantener un equilibrio saludable es enfocar la publicación como lo haría un artista obstinado.
“Creo que muchos creadores de YouTube sueñan con tener un canal de YouTube de éxito, y ponen todo su empeño, su sangre, su sudor y sus lágrimas en eso”, dijo. “Y lo respeto. Pero en mi canal me gusta divertirme. Siempre he tenido la mentalidad de: ‘Bueno, estos son los videos que me gusta hacer. Y si te gusta verlos, estupendo’”.
Video ilustrado por The New York Times.
Fragmentos de video de Eddy Burback, SungWon Cho, Brent Rivera, Sambucha, Zackary Smigel y Sam Sulek.